31 May Historia de la cirugía plástica
La cirugía plástica, estética y reparadora no es sólo una cuestión de belleza, sino una fuente de recuperación de la salud y de la autoestima personal, y esto queda demostrado a lo largo de su propia historia. La cirugía estética en sí misma no es en absoluto sinónimo de frivolidad -como a veces se puede pensar a causa de las malas prácticas o de los abusos cometidos- ya que permite la curación física y mental de los pacientes, además de prevenir traumas o corregir defectos congénitos. Cierto es que algunas intervenciones tienen más carácter estético que otras (aumento de un par de tallas en las mamas frente a una reconstrucción de un pecho amputado, por ejemplo) pero este hecho es la propia esencia de este tipo de cirugía, con la diversidad de aplicaciones que tiene, tuvo y tendrá esta disciplina médica para ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas.
El origen que surgió de la necesidad
La cirugía plástica y estética no es una práctica reciente, sino que se remonta a 3.000 años antes de Cristo, cuando en el Antiguo Egipto se realizaban las primeras reconstrucciones faciales por heridas de guerra y otros traumatismos. Esta información se recoge en el denominado Papiro de Edwin Smith, encontrado en 1862 en la ciudad de Luxor (Tebas) por un intrépido egiptólogo norteamericano que, aunque cuando lo tuvo en sus manos no supo traducirlo, intuyó que era un documento de suma importancia. Más tarde se descubrió que era un tratado de cirugía plástica y, además, el documento médico-científico más antiguo del mundo.
La siguiente huella de la antigua cirugía plástica y estética la dejó documentada en la India un cirujano llamadoSushruta, 600 años a.C. Este médico publicó un volumen llamado Sushruta Samhita donde se habla de procedimientos e instrumentos quirúrgicos para la reconstrucción usados desde el año 2.500 a.C, y ya se mencionan conceptos como el injerto o el colgajo. En aquella época, las amputaciones nasales era frecuentes como castigo, por lo que también se fueron desarrollando técnicas para reconstruir la nariz de aquellas víctimas.
Pasados los siglos, en el Imperio Romano, el escritor Aulo Cornelio Celso describió 25 años a.C. un tipo de colgajo más avanzado. Pero la escuela y el conocimiento grecorromano sobre esta disciplina continuó en la historia, y sus hallazgos fueron compilados más tarde en el Imperio Bizantino (el Imperio Romano de Oriente que sobrevivió a la caída del Imperio de Occidente). En este periodo, Oribasio -un médico real del siglo IV- incluyó en su enciclopedia médica Synagogue Medicae dos volúmenes dedicados a la reconstrucción de las diferentes partes de rostro (frente, orejas, mejillas, cejas y nariz), y ya en esos escritos se pueden encuentran indicaciones para realizar dichas intervenciones sin distorsionar los rasgos del paciente.
La época del declive y el posterior auge
Todos los progresos conseguidos en Roma en los primeros siglos se paralizaron a causa de la tajante prohibición de la cirugía por orden de la Iglesia. Estamos en la Edad Media, una fase oscura para el saber en general, y que duró hasta el siglo XV. Concretamente, fue en el siglo XIII cuando el Papa Inocente III prohibió esta clase de prácticas de reconstrucción; la belleza aún no era el objetivo de los procedimientos quirúrgicos. Durante aquellos años, la medicina pasó a ser una experiencia que hoy carecería de sentido ya que se evitaba el contacto directo con el paciente, ya que esto era poco honorable.
Tuvo que llegar el esplendoroso Renacimiento, en el siglo XV, para que la cirugía plástica volviera al mundo médico y comenzara así su primera etapa de auge. En Turquía, el cirujano otomano Sabuncioglou describió por primera vez técnicas para el tratamiento de la ginecomastia (excesivo volumen de los pechos masculinos), donde ya entran en la ecuación los motivos estéticos de la primaria cirugía plástica originada en Egipto. También en el Renacimiento, en la Italia del siglo XVI, Gaspar Tagliacozzi, un cirujano de Bolonia, se especializó en la reconstrucción nasal utilizando piel del antebrazo (colgajo cutáneo braquial). Esta técnica, sin embargo, provenía del conocimiento indio -llegado a Italia a través de los árabes- y que fue puesta en práctica por primera vez por los sicilianos Gustavo y Antonio Branca, padre e hijo respectivamente.
Al finalizar la época dorada de las artes y las ciencias se entra de nuevo en una etapa de declive cultural y no será hasta el siglo XIX cuando de nuevo resurja la actividad científica y aparezcan nuevos avances en cirugía plástica.
Los antecedentes de la nueva cirugía
Durante el siglo XIX, la cirugía plástica comienza realmente a despegar y a configurarse como una especialidad de la cirugía general, gracias también en parte a las primeras aplicaciones de anestesia. Seguirá fundamentalmente vinculada a su vertiente reparadora, aunque se realizan intervenciones puntuales con fines estéticos. El término “plástica” fue empleado por primera vez en 1798 por Desault, y hace referencia a la palabra griega ‘plastikós’, que significa formar. Algunos años más tarde, Von Graefe lo incluyó en su monografía Rhinoplastik, pero será el alemán Edmund Zeiss quien en 1838 popularizará y asentará este término.
A lo largo de este siglo fueron muchos los científicos y cirujanos que dejaron importantes aportaciones en la historia de la cirugía plástica y estética. Algunas de ellas hoy nos pueden resultar anecdóticas, como por ejemplo cuando el alemán Dieffenbach usó las sanguijuelas para disminuir la congestión venosa de los colgajos en 1827. Otros nombres destacados de este periodo fueron, entre otros, Baronio, con su primer injerto de piel de espesor total (Milán, 1804) o Delpech, que fue el primero en publicar la reconstrucción del labio inferior con piel del cuello (Montpellier, 1823).
Pero se tuvo que esperar aún algo más de una década para la edición delprimer Tratado general de Cirugía Plástica, publicado por Philippe-Frédéric Blandin en 1836.
Por último, y haciendo un pequeño resumen por orden cronológico, a mediados del siglo XIX Baudens ySzymanowski introdujeron importantes avances en la cirugía de los párpados, y, por su parte, en el campo de la cirugía de la nariz cabe resaltar a John O. Roe que emplea por primera vez en 1887 la vía intranasal.
Las guerras y el gran paso de gigante
Con la Primera Guerra Mundial, y más tarde con la Segunda, (primera mitad del siglo XX) el desarrollo de la cirugía plástica da su paso definitivo: se necesitaban nuevas técnicas para atender a los millones de heridos. Una de las mayores figuras de la profesión durante este tiempo fue Harold Gillies, que en 1917 difunde un método de trasplante de tejidos que sería utilizado después en la reconstrucción de defectos faciales durante muchos años. También es ahora cuendo nace la Microcirugía.
Son muchos nombres los que escribieron entonces la historia de esta especialidad médica con sus propios méritos, y que perfeccionaron los logros de sus colegas antepasados. Por ejemplo, Perthes realizó en Alemania -para subsanar la pérdida de un pulgar- una hendidura entre los dos primeros metacarpianos para crear una pinza. Con curioso apellido, Salmon, de Marsella, publicó en 1936 varios estudios sobre la vascularización cutánea, incluidas radiografías con contraste. Por su parte, y con el largo título Nasenplastik und sonstige Gesichtsplastik, el alemán Jacques Joseph consiguió un importantísimo avance en la rinoplastia. También empezaron a surgir los gremios y las asociaciones, dos de las más distinguidas en un país que hasta ahora no había albergado tanto éxito en el campo de la cirugía estética como ahora: EE. UU. Dichas entidades son la «American Association of Oral and Plastic Surgeons», que nació en 1921, y el «American Board of Plastic Surgery», de 1937.
Pero será en la segunda mitad de este siglo cuando la motivación estética empezará a tomar cada vez más fuerza, y la cirugía plástica estética comenzará a adquirir la dimensión y relevancia actual. La reimplantación microquirúrgica de miembros tras amputación comienza a madurar, así como la cirugía craneomaxilofacial, y otros procedimientos tan conocidos hoy en día como la liposucción o los implantes de silicona, como veremos a continuación.
Historia de la intervención más conocida: implantes mamarios
Si la cirugía plástica y estética en general nació como solución a las terribles heridas de guerra y de los castigos por delitos cometidos, y las intervenciones mamarias comenzaron a realizarse por la necesidad de reconstruir el pecho amputado de algunas mujeres. Según los estudios al respecto, la primera referencia data de 1887: el cirujano francés Verneuil utilizó un fragmento de una mama sana para reconstruir la otra. Pocos años después, en 1895, el profesor de cirugía alemán Czerny publicó un caso de reconstrucción tras mastectomía donde, sorprendentemente, el implante resultó ser un gran tumor extraído de la región lumbar de la propia paciente.
El siglo XX nos dejó, sin embargo, las primeras prótesis elaboradas con materiales sintéticos, aunque aún quedaba muy lejos de lo que ahora conocemos realmente como «prótesis» porque los primeros implantes se realizaron con, nada más y nada menos, que bolas de cristal(intervención realizada por Schwarzmann en 1930). Dicho material se continuó usando durante una década, y posteriormente se fueron sumando a esta lista componentes como poliéster, poliuretano o incluso esponjascompuestas de alcohol. En todos los casos, esta clase de sustancias producían intensos dolores, infección y otras gravísimas complicaciones, por lo que estos primeros intentos acabaron en fracaso.
La silicona para este tipo de intervenciones no se empleó hasta el año 1962, hace ahora cincuenta años. Fue entonces cuando los americanos Thomas Cronin y Frank Gerow presentaron su mayor desarrollo en esta rama hasta el momento: una envoltura lisa de elastómero de silicona que contenía gel de silicona -bien tolerada por el cuerpo humano-, y que además tenía una consistencia natural que podía equipararse a la mamaria. Tan sólo tres años después, Arion presentó en Francia una prótesis hinchable, la cual fue mejorada en los años setenta con los implantes de » doble compartimento», que contenían por un lado gel de silicona y por otro suero fisiológico. Esta rápida evolución desencadenó la popularización de la vertiente estética que empezaba a protagonizar la cirugía de la mama, que hasta ahora se destinaba sobre todo a reconstrucciones tras mastectomía.
El gran obstáculo a estos primeros pasos en la investigación moderna surgió en 1992, cuando los rellenos de silicona fueron prácticamente prohibidos en varios países, porque se temía tieran relación directa con el origen de algunas enfermedades autoinmunes. Este hecho fue contraproducente, ya que propició la aplicación de nuevos materiales en los implantes, como los triglicéridos, los cuales demostraron finalmente ser tóxicos y tuvieron que ser retitados. Finalmente, los estudios lograron demostrar que el gel de silicona no estaba vinculado en absoluto con complicaciones en el sistema autoinmune de las mujeres. En la actualidad, tanto la silicona como el suero siguen siendo los componentes usados al fabricar los implantes mamarios de hoy en día.
Fuentes destacadas:
-Artículo La Cirugía Plástica Origen, evolución hasta nuestra época y ámbito, publicado en el número 103 de la revista «Tribuna Médica» y escrito por Hernando Rodríguez Umaña, miembro de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica. Año 2003.
– Informe de la SECPRE La realidad de la cirugía estética en España realizado por el Instituto Live Market y el Instituto de Marketing y Opinión Pública (IMOP). Año 2010.
– Evolución histórica de la reconstrucción mamaria, volumen 28 de los Anales del Sistema Sanitario de Navarra, escrito por Francisco José Escudero. Año 2005.
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