Mamas tuberosas en la adolescencia: cómo identificarlas y corregirlas

Mamas tuberosas en la adolescencia: cómo identificarlas y corregirlas

06 May Mamas tuberosas en la adolescencia: cómo identificarlas y corregirlas

Las mamas tuberosas pueden comenzar a detectarse en la pubertad o en las fases posteriores de la adolescencia, cuando el pecho de una mujer empieza a desarrollarse. Esa tuberosidad, a grandes rasgos, impide que las mamas crezcan correctamente, ya que adquieren una forma de cono o tubo y, además, se endurecen. Estas condiciones también pueden provocar una simetría entre ambos senos, un factor que sumado a los anteriores puede generar un complejo en la joven. En este post te ayudamos a saber si tus mamas pueden ser calificadas de tuberosas, aunque solo lo podrá confirmar un médico que te examine. Pero una vez identificadas, debes saber que la cirugía plástica puede ayudarte a solventar el problema de tener mamas tuberosas en la adolescencia -o más adelante-, gracias a una técnica quirúrgica que corrige su forma y que, como valor añadido, puede incluir un aumento de volumen si los pechos son pequeños.

Detectando las mamas tuberosas en la adolescencia

Uno de los síntomas de esta anomalía mamaria es que los senos están demasiado separados el uno del otro. Pero no siempre se da esta característica. También existe la posibilidad de que las areolas se dilaten y tengan un tamaño excesivo. Sin embargo, la principal particularidad de este tipo de mamas, como avanzábamos en la introducción de este post, es que no tienen una apariencia redondeada, sino más bien cónica. Y, como hándicap, pueden presentar diferencias muy evidentes entre ellas.

Unos pechos tuberosos se suelen asemejar, aunque no literalmente, a un tubo. De ahí su denominación. Esto quiere decir que la parte inferior (y/o la lateral) no se ha desarrollado adecuadamente, de manera que no crece en esa zona como debería. La consecuencia de ello es que los senos se constriñen, quedan «comprimidos» al no tener esa parte donde expandirse. Por tanto, evolucionan solo hacia adelante, y es entonces cuando la tuberosidad se manifiesta. Y, al tacto, tienen una rigidez poco usual, causada precisamente por esa falta de espacio.

Las causas de este crecimiento anormal son genéticas, motivo por el cual no es posible prevenirlo. Pero sí se puede corregir el aspecto de tu pecho. No obstante, si lees esto y crees que puedes estar afectada de mamas tuberosas en la adolescencia, acude a un cirujano plástico que, en primer lugar, lo corrobore. Y, tras ello, podrás conocer las opciones que te ofrece la cirugía para devolver a tu busto un contorno más natural y armónico.

Corrección de mamas tuberosas: la operación

El objetivo del cirujano cuando trata las mamas tuberosas es trabajar en la glándula mamaria para que esta se pueda expandir. Liberándola quirúrgicamente, se puede remodelar. Y en esa remodelación se puede incluir la reducción de areolas o la corrección de la asimetría entre los dos senos, si la hay. Asimismo, se pueden colocar prótesis con el fin de aportar más volumen al resultado final.

En definitiva, es crucial que el especialista realice una intervención personalizada según las necesidades de la paciente, empleando las técnicas que sean precisas según la gravedad. Pero insistimos en que la base es lograr la distensión de la glándula y, por ende, de los tejidos que la recubren. Solo con este método, el experto podrá redistribuir los volúmenes hasta conseguir la deseada forma redondeada.

Una intervención para todas las edades y grados de tuberosidad

Si bien lo más común es detectar e intervenir las mamas tuberosas en la adolescencia, también pueden operarse cuando la mujer ya es adulta. Y la cirugía puede y debe adaptarse, como señalábamos anteriormente, a la singularidad de cada paciente. Un cirujano con la debida titulación y experiencia sabrá tratar casos sencillos y otros más complicados. Porque las mamas tuberosas se califican técnicamente como leves (grado I), moderadas (grado II) o severas (grado III).

De cualquier modo, los resultados suelen ser muy gratificantes, ya que las pacientes pueden recuperan su autoestima y olvidar posibles inseguridades y complejos asociados. La malformación, como tal, desaparece, y los senos recobran su morfología natural. Además, el resultado es permanente, porque la glándula no vuelve a constreñirse.

Este tipo de operación, una vez efectuada, requiere una primera semana de reposo, si no absoluto, sí moderado. Solo respetando los consejos de tu médico obtendrás los mejores resultados y verás, con el paso de las semanas, como la descompresión ha dotado a tu pecho de una nueva apariencia: más atractiva y saludable.

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