Las mil maneras en que ellas se han sentido guapas

13 Oct Las mil maneras en que ellas se han sentido guapas

La belleza ha pasado por diferentes percepciones según el siglo del que hablemos, pero elobjetivo siempre ha sido el mismo: cuidarnos y mimarnos para estar más jóvenes y guapas (¡y guapos!). Resulta curioso descubrir cómo se mantenían hermosas las mujeres intentando disimular los signos del envejecimiento en la antigüedad, ya que el concepto de belleza masculino no estaba asociado entonces con ningún tipo de remedio o cuidado especial. Veámoslo en algunas épocas destacadas de la historia -en lo que se refiere a tratamientos, maquillaje, cirugía…-
La antigua Roma
En cuanto a la cirugía, un dato curioso es que en la Antigua Roma las mujeres adúlteras que habían recibido una pena de amputación de la nariz -por su deshonrosa conducta- recurrían a la cirugía estética del momento para intentar recuperar el apéndice nasal. Y sobre los “tratamientos” de belleza romanos más conocidos, Poppaea Sabina -la esposa de Nerón- alababa las virtudes de la leche de burra que también usó Cleoplatra, ya que según ella borraba las arrugas y daba a la piel un aspecto delicado manteniendo su palidez (lo cual era signo de nobleza).
A pesar de que pueda parecer una contradicción, aunque las féminas romanas deseaban luna tez clara no podían mostrarse en público sin un toque de color en las mejillas, y para ello utilizaban polvos y cremas de diversos orígenes: pétalos de rosa y amapola, algas, tiza roja y… excremento de cocodrilo. Para los párpados, los colores predilectos eran el verde -que obtenían de la malaquita-, y el azul de la azurita, ambos minerales de cobre. Los labios, no obstante, no solían maquillárselos, excepto las prostitutas quienes se distinguían por su exagerado uso de la cosmética.
La Edad Media
Otro ejemplo es el las ortigas hervidas en la Edad Media, cuando eran utilizadas para alisar la piel del rostro. Roger Bacon,médico del siglo XIII, también menciona en sus escritos máscaras para la piel y lociones hechas a partir de raíces de flores.La nobleza, en este periodo, se recluía en sus castillos. Los vendedores ambulantes de bálsamos, artículos de tocador y este tipo de hierbas, iban por los castillos distribuyendo sus productos. Y para combatir la piel con imperfecciones, las mujeres recurrían a los “tips de belleza” de la época, que recomendaban aplicar cerusita (compuesto de plomo) directamente sobre el cutis. Tener una tez blanca era considerado lo máximo en esos años. Desafortunadamente, la cerusita no era segura y muchas mujeres se envenenaron y murieron por su causa.
El renacimiento
En esta época vuelven los cosméticos con gran fuerza. La estética femenina envuelve la vida de la Italia renacentista. Se considera que Italia fue la cuna de la moda y la belleza, y que la importaba al resto de Europa. En el siglo XVI unos monjes florentinos crean el primer gran laboratorio de productos cosméticos y medicinales. Los primeros tratados de cosmética y belleza aparecieron en Francia e Italia durante estos siglos. Aparte de la cara, las venecianas por ejemplo se maquillaban los pechos. Y para el mantenimiento de una piel joven y suave, se elaboraba una receta que según documentos hallados consistía en mezclar pan rallado y clara de huevo, y dejarlos dos días en vinagre antes de aplicarlo.
En España, durante el siglo XVII (Siglo de Oro), para conseguir un cutis de porcelana sin arrugas, las mujeres jóvenes comían arcilla, para conseguir lo que científicamente hoy se sabe que es la clorosis -palidez extrema provocada por disminución del hierro, y que provoca problemas intestinales, alucinaciones, dificultades reproductivas…-. Esta moda por la blancura cutánea no había acabado por tanto en el medievo, a pesar de los graves problemas que provocada el intentar conseguirla.
En Francia, desde finales de el siglo XVII y durante el XVIII las mujeres parisinas sufrieron “la fiebre del colorete”: labios pintados con un minúsculo corazón, mejillas enrojecidas con concentración de colorete, y lunares coquetamente esparcidos. Y el maquillaje era polvo de arroz. Muchas veces para conseguir el color de labios deseado -y también supuestamente para eliminar manchas faciales- se usaban productos a base de mercurio (de alta peligrosidad).
La era Victoriana

La era Victoriana estaba dominada por una moral estricta y los códigos religiosos, lo que significaba que los cosméticos en general eran vistos como “instrumentos del diablo”, usados sólo por las actrices y prostitutas. Sin embargo, continuaba el énfasis por el cuidado de la piel, y muchas mujeres querían una tez pálida, aún de moda, lo que a menudo se lograba simplemente protegiéndose del sol con sombrillas y guantes. Y si querían resaltar sus mejillas usaban el truco de pellizcarlas para que se sonrojasen. No obstante, seguían en boga los productos tóxicos para blanquear la piel con el fin de lucir una belleza espectral.
Además, es en este periodo cuando se empezaron a fabricar muchas cremas y lociones reconocibles hoy en día (por ejemplo, la firma Ponds.) Asimismo, para tratar de evitar el envejecimiento eran frecuentes los ungüentos naturales a base de extractos botánicos, como el aceite de almendras o el agua de rosas, que también hoy siguen de máxima actualidad. Otro de sus ‘secretos de belleza para suavizar las arrugas era frotar la piel con servilletas secas, y para reafirmar tenían un tratamiento basado en pequeñas descargas que procedían de baterías conectadas a esponjas, y se lo realizaban a menudo ya que los efectos en el músculo tenían lógicamente una duración limitada.
El siglo XX: de las rarezas a la sensualidad
Ya en el siglo XX, nos sorprende la extraña aparatología y métodos que usaban en algunos centros de belleza. Por ejemplo existía una maquina de succión de los años 30, consistente en varias boquillas de vidrio que se pegaban en las distintas zonas de la cara, y con la aspiración de una bomba de vacío se prometía un piel lisa y sin manchas.

También casi terrorífica era otra máscara de los años 40 que calentaba rostro y cabeza para estimular la circulación y hacer que la piel pareciera más fresca, o las asfixiantes máscaras de goma que se ponían las mujeres para conseguir suavizar las arrugas.
Ya en la década de los 50 destacan los imitados iconos de belleza como lo fue Marilyn Monroe. El primer paso en su rutina de cuidado facial era humedecer la cara con una capa de crema de vaselina, ya que tenía la idea de que la clave para que un rostro se viera joven estaba en una correcta humectación. Y a nivel corporal, para tonificar su cuerpo se bañaba en una bañera con hielo dos veces por semana, porque decía que le ayudaba a eliminar toxinas y a endurecer su cuerpo. Y así, decada tras década, llegamos a nuestros días. En los 60 la revolución estética de mano del feminismo, en los 70 entra definitivamente el componente sexy, en los 80 la excentricidad y en los 90 la admiración a las ya históricas modelos de esos años, con sus formas voluptuosas y perfectas (Cindy Crawford, Claudia Schiffer…)
Sobra decir que en la actualidad del siglo XXI, existen todo tipo de avanzados tratamientos de belleza que las mujeres de la antigüedad tanto hubieran ansiado, aunque fuera para conseguir estar a la altura de los cánones de belleza de entonces -tan diferentes a los de ahora-. Por otro lado, la historia nos enseña que, independientemente de la época, las mujeres siempre han luchado con todas sus armas para estar más bellas, sensuales y jóvenes, aspecto que más que probablemente seguirá siendo así durante mucho… mucho tiempo.

Dra. Nélida Grande
Colegiada nº 25.161
Doctora Especialista en Cirugía Plástica, Reparadora y Estética

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